Pedro Benítez (ALN).- La repetición (arbitraria) de la elección a gobernador del estado Barinas pone en evidencia dónde están las prioridades de los distintos dirigentes opositores venezolanos. O para decirlo de otra manera, y tal vez con más suavidad, de las distintas oposiciones.
Que esa elección es un hecho político fundamental lo indica la actitud del partido/gobierno que preside Nicolás Maduro. El chavismo/madurismo ha empleado a fondo, como tenía tiempo sin hacerlo, todos los recursos públicos a su alcance para imponerse en esa cita comicial prevista para el próximo domingo 9 de enero. La lucha por conservar el poder no tiene descanso. Ni Navidad, Fin de Año o Día de Reyes. Por eso Maduro, Jorge Rodríguez y Diosdado Cabello siguen donde están.
Desde que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) decidió formalizar el desconocimiento de la soberanía popular de los barineses, expresada en las urnas el pasado 21 de noviembre, en esa entidad de la República desaparecieron las colas por surtirse de gasolina. Así, mágicamente.
Testimonios indican que también se ha regularizado el suministro de gas doméstico, que tantas angustias provocan entre las familias venezolanas más pobres desde hace años. Particularmente, en los estados más pobres y abandonados, como Barinas, donde se ha ido generalizando desde hace años el uso de leña para cocinar.
Sobredosis de populismo clientelar
Recordando mejores tiempos en los cuales el hoy defenestrado Rafael Ramírez, en su condición de presidente de PDVSA, era su jefe de campaña, el oficialista PSUV ha vuelto a efectuar el tipo de proselitismo político a gran escala que le ha caracterizado repartiendo bolsas de comida junto con distintos artículos de consumo. Durante el pasado mes de diciembre a los 35.200 km² del estado Barinas se le ha metido una sobredosis de populismo clientelar.
Todo el Estado nacional (léase, ministros y funcionarios de distintos rangos) se ha trasladado a esa entidad del llano venezolano a fin de asegurar que la base chavista salga a votar disciplinada y masivamente por el exministro Jorge Arreaza. No sea que por ahí algún miembro de la familia Chávez, movido por el muy humano resentimiento político, consiga desmovilizar suficientes disidentes, de esos que se autodenominan chavistas más no maduristas, que puedan poner en riesgo la victoria de la candidatura oficial.
De modo que esta es la medida de la importancia del mencionado evento electoral; a lo que hay que agregar el conjunto de maniobras ya conocidas que ha implicado la inscripción de candidatos pseudo opositores distintos al diputado Sergio Garrido, quien no solo ha recibido la estafeta por parte de Freddy Superlano, sino también el apoyo de más factores democráticos que se han sumado a su postulación.
Barinas, una ficha importante para Maduro
Por lo tanto, es obvio que, sin que sepamos a ciencia cierta que se mueve en los intríngulis de la maquinaria oficial, Barinas es muy importante para la estrategia de poder de Maduro.
Y por esa misma (aunque no única) razón lo debería ser para la oposición nacional venezolana. Pero a juzgar por sus hechos no es así.
A lo largo del mes de diciembre, y de lo que va de año, los dirigentes de la hasta ahora mayoritaria oposición democrática han dedicado más tiempo, esfuerzo, interés, tuits, mensajes de WhatsApp, indirectas, intrigas y zancadillas mutuas, para dirimir el destino del llamado “Gobierno Interino”. Instancia que, por cierto, no tiene incidencia alguna en la vida real de los venezolanos y menos en el balance de poder dentro del país. Cero.
De paso, esos dirigentes han dado un espectáculo poco edificante, sacando a relucir la disputa por los activos y recursos que manejan, ante un país empobrecido, hastiado y agotado por años de destrucción económica y humana, donde cada quién está más pendiente de seguir con su vida.
Divorcio de la realidad
Es significativo que ese divorcio con la realidad se pueda apreciar al compararlo con la actitud, diametralmente distinta, que ha exhibido la dirigencia regional de esos mismos partidos en el estado Barinas. Del cielo a la tierra.
Los barineses resolvieron de manera expedita y práctica las distintas trabas que el régimen les puso, eligiendo al candidato que consideraron más pertinente. Muy distinta a la actitud de sus jefes políticos de Caracas y el exilio (el presente pero inexistente G4), que nos tienen acostumbrados, desde hace años, a insistir en una permanente disputa por su pedacito de terreno político. Por la parcelita. Disputarle el poder a Maduro es por lo visto, lo secundario. Barinas es un clarísimo botón de muestra de esa situación.
Dado todas la señales que desde las entrañas del poder chavista se han enviado involuntariamente en ocasión de la disputa electoral de ese estado, un observador medianamente imparcial esperaría a toda la dirigencia de la oposición nacional venezolana dando la cara de manera unitaria ante el reto planteado. A fin de cuentas, en Barinas se juegan muchas cosas. Pero no ha sido así. Y faltando muy pocos días, ya no será.
Con ellos, Maduro puede dormir tranquilo. Como un bebe.
Desprecio por el voto
Sin embargo, hay otro aspecto inquietante de este capítulo de la política venezolana: el desprecio por el voto como instrumento de cambio político. Esa ha sido la herramienta más eficaz que, de lejos, ha tenido la oposición venezolana para enfrentar el régimen chavista. De hecho, todo el capital político de la Asamblea Nacional electa en diciembre de 2015, y que el G4 sigue exprimiendo, viene de allí.
Pero se ha renunciado a él, no tanto por convicción, sino por conveniencia. Convoco a votar cuando se presenta una oportunidad para mi propia aspiración personal. Lo demás puede esperar. Esa actitud explica en muy buena media los resultados nacionales del pasado 21 de noviembre. El egoísmo como criterio político.
Si no llego yo, que no llegue nadie. En una democracia ese tipo de ejercicio de canibalismo es un hecho inevitable, poco decoroso, pero es así. No obstante, para una oposición que se enfrenta a un régimen no democrático es fatal.
¿A quién le interesa Barinas?
Muchos venezolanos no creen en el voto por distintos motivos. Porque no le ven utilidad para cambiar la situación actual (lo que es razonable) o porque no creen en la naturaleza misma de la democracia (lo que es un prejuicio).
Pero lo que resulta absurdo es tener una dirigencia que usa el voto de manera vergonzante. Sin convicción. Y sin convicción no hay compromiso.
La única oportunidad de los que quieren construir un cambio político hacia la democracia en Venezuela pasa por el voto. Para rescatar el voto hace falta compromiso y convicción.
¿A quién le interesa Barinas? Al que de verdad le interesa el destino de Venezuela.