Ysrrael Camero (ALN).- Felipe VI dirigió el grueso de su mensaje a los más jóvenes, recorriendo los temas que preocupan a los españoles, desde la cohesión social y territorial, pasando por el desempleo, el cambio climático, la educación y la violencia contra la mujer, señalando el impacto transformador de la tecnología en la vida de la juventud española. También apeló a la preservación de la convivencia dentro de la Constitución, reivindicando la labor de su padre y de las generaciones que le precedieron.
A pesar de que la democracia española es una de las más sólidas del mundo, el ambiente político se encuentra marcado hoy por la polarización y la crispación, sin que haya sido posible formar gobierno tras dos elecciones generales.
En ese ambiente el rey Felipe VI, en su tradicional mensaje de Navidad, apeló a la voluntad de convivencia y a la concordia, recordando aquello que hizo posible la Constitución de 1978.
Porque la monarquía española no ha dejado de estar afectada por las tormentas que han jalonado al sistema político. Al tiempo que el bipartidismo imperfecto cedía paso a un sistema multipartidista, los escándalos sacudieron a la institución monárquica, lo que se expresó en la pérdida de confianza pública en la figura del rey Juan Carlos I.
El Rey había sido actor clave en la transición del autoritarismo a la democracia, consolidando su imagen y prestigio al rechazar la intentona golpista del 23 de febrero de 1981.
A finales del siglo XX el rey Juan Carlos de Borbón fue parte de la imagen de una España moderna, democrática y europea, que avanzaba con firmeza tanto en materia de libertades públicas como de prosperidad y crecimiento.
Pero luego de reinar durante 38 años una serie de sucesos generaron escándalo en medio de los esténtores de la crisis económica que afectaba a los españoles, lo que alimentó las dudas respecto a las posibilidades de continuidad de la misma monarquía.
La abdicación de Juan Carlos de Borbón, el 2 de junio de 2014, y el ascenso al trono de su hijo Felipe, diecisiete días después, intentó proyectar la institución monárquica al siglo XXI con una imagen más joven y profesional.
Sin embargo, no ha sido un quinquenio sencillo para Felipe VI. El deslizamiento independentista de los sectores más radicales del catalanismo ha colocado a la institución monárquica frente a difíciles encrucijadas.
Luego de los sucesos del 1º de octubre de 2017 en Cataluña el rey Felipe VI pronunció un mensaje a la nación que no estuvo exento de polémica. Ante el independentismo catalán y las decisiones de la Generalitat, el Rey reivindicó la vigencia de la Constitución y del Estatut, dando un espaldarazo a la respuesta del gobierno español de Mariano Rajoy.
Dos años después de ese mensaje la crisis catalana prosigue. Varios de los responsables del referéndum del 1º de octubre están condenados y presos tras un prolongado juicio, mientras que Carles Puigdemont se encuentra fuera del país. La sociedad catalana sigue dividida y los españoles están lejos de los grandes consensos fundacionales de la democracia.
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Los retos a los que se enfrente Felipe VI son distintos a los de su padre. Este 2019 se cierra sin que se pueda formar gobierno en España. A pesar de que el PSOE ha ganado dos elecciones consecutivas, no consigue mayoría en el Congreso.
La investidura de Pedro Sánchez, en quien el Rey ha depositado su confianza para gobernar, parece encontrarse atada al apoyo de dos partidos con tendencias antimonárquicas, Unidas Podemos y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), siendo este último parte del bloque independentista.
A pesar de que España no parece debatirse hoy entre república y monarquía, la crisis territorial impacta sobre la institución monárquica, cuyo prestigio se encuentra desigualmente repartido en el territorio español. La actuación de Felipe VI contaba, según datos de una encuesta realizada por IMOP Insights en junio de 2019, con una aprobación que superaba el 67,3%, pero era menor en Cataluña y mayor en Andalucía y Madrid.
En este marco, las negociaciones entre el PSOE y ERC pasan a través de la línea de fractura del soberanismo, esgrimido como argumento por los independentistas catalanes, frente al constitucionalismo que unen al PSOE con la Monarquía que encabeza Felipe VI.
El Rey ha dirigido el grueso de su mensaje a los más jóvenes, recorriendo los temas que preocupan a los españoles, desde la cohesión social y territorial, pasando por el desempleo, el cambio climático, la educación y la violencia contra la mujer, señalando el impacto transformador de la tecnología en la vida de la juventud española. El jefe de Estado ha apelado a la preservación de la convivencia dentro de la Constitución, reivindicando la labor de su padre y de las generaciones que le precedieron.
Es significativa la presencia de la bandera de la Unión Europea, junto con la española, en la imagen que acompañó al mensaje. No sólo porque la integración de España a Europa ha sido clave para la prosperidad y para la preservación de las instituciones democráticas, sino que en el marco de la Unión Europea es más probable encontrar garantías para la preservación de esa cohesión social y territorial que se presentan hoy amenazadas.
Esta reivindicación de la identidad europea de España tiene también otro correlato. La sentencia del Tribunal europeo, ratificando la inmunidad de Oriol Junqueras, ha sido respondida por Vox con un arrebato soberanista crítico. La incorporación del estandarte azul parece comunicar que la democracia española, así como la vigencia de su Constitución, están vinculados con una fuerte inserción en la institucionalidad comunitaria, como garantía de estabilidad.