Pedro Benítez (ALN).- La tripulación no es responsable de la tormenta pero alguien tendría que responder si a la nave le entra agua por todos lados. Nuevamente, como ha ocurrido otras tantas veces, en Venezuela el periodo de lluvias e inestabilidad atmosférica llega a su punto cúspide en el mes de octubre y nuevamente los efectos devastadores del clima dejan su secuela de vidas perdidas, damnificados y destrucción material. De modo que se plantea, una vez más, la duda razonable y colectiva sobre si la falta de planificación urbana adecuada, de mantenimiento de infraestructuras y vías públicas, así como la construcción de desordenada de viviendas en zonas de alto riesgo y la ausencia de previsión, no tendrá algo que ver en agravar el impacto de un medio ambiente sobre cual ningún gobernante, por mejores que sean sus intenciones, tiene el control.
Pero antes de que la propaganda oficial en funciones de tribunal apunte el dedo acusador hacia el cambio climático, provocado por los efectos sobre el planeta de dos siglos de voraz capitalismo industrial, la explicación de fondo del más reciente de los desastres humanos que naturaleza ha provocado sobre la tierra de Simón Bolívar, es develado por un ministro del Gabinete Ejecutivo. Como no puede culpar al actual Gobierno (no es lógico), pero tampoco al anterior (ya son 22 años), tampoco se le ha ocurrido responsabilizar a las administraciones del ya lejano y vituperado régimen de la democracia representativa. En esta ocasión la causa de fondo se le ha atribuido a uno de los villanos favoritos de cuanto gobierno fracasado hay en América Latina: el periodo colonial español. Con lo cual se salta sin titubeo alguno “el bien más preciado”: los doscientos años de vida independiente.
Sin embargo, esta explicación sirve de marco al gran esfuerzo en el que, según la información oficial, están inmersos los distintos organismos del Estado, particularmente en la población de Las Tejerías, evaluando zonas de riesgos, trasladando a las familias afectadas a refugios seguros, rehabilitando la vialidad y los servicios públicos, entregando materiales de construcción, despejando la infraestructura en riesgo, etc.
Un programa estrella
No obstante, hay un detalle en la narrativa gubernamental que salta a la vista: la contradicción más que evidente con la persistente campaña oficial sobre los abrumadores logros de la Gran Misión Vivienda Venezuela (GMVV). El programa estrella de los dos últimos gobiernos venezolanos. Veamos.
Partiendo de la premisa según la cual “el problema de la vivienda no tiene solución en el capitalismo, aquí lo vamos a solucionar con socialismo, y más socialismo”, en 2011 arrancó el proyecto bandera oficialista de cara a la elección presidencial del año siguiente. La Misión Vivienda fue en esa oportunidad lo que en 2004 y 2006 significó la Misión Barrio Adentro.
Pero además, fue un intento por superar, según explicaron las altas autoridades, el tradicional déficit habitacional del país, que había tenido como consecuencia la proliferación de barriadas improvisadas en las principales ciudades desde hace varias décadas, dotando así de viviendas gratuitas a la población sin acceso a casa propia o en condiciones poco dignas. Este era, por cierto, uno de los fracasos más evidentes y monumentales de la etapa iniciada en enero de 1999 hasta ese momento, pues la construcción de viviendas durante 12 años escasamente superaba las 30 mil anuales, según cifras oficiales. El más bajo de todos los gobiernos venezolanos en medio siglo.
Alianza internacional
Iniciada en abril de 2011 la GMVV tenía como meta entregar 500 mil unidades familiares por año. Al revisar la página web correspondiente a la misión la misma nos indica que para a inicios del año 2018 se habían construido dos millones de unidades familiares. Por medio de distintos organismos del Estado y en cooperación con países como Rusia, China, Irán o Belarus, se lograron edificar y entregar: 326.323 viviendas en 2015, 359.874 en 2016 y 572.000 en 2017. Lo que hacía de Venezuela el país que más viviendas construía en el mundo en ese momento.
En octubre de 2020 la GMVV llega al “hito” 3.2 millones de viviendas y a mediados de este año a los 4.1 millones.
Ahora bien, se confunde quien crea que el propósito de la GMVV ha consistido en edificar y entregar unidades familiares como chorizos. En lo absoluto, en su promoción se afirma que es parte de un conjunto de ambiciosas políticas públicas en los ámbitos nacional, regional y municipal que, además y junto con el desarrollo habitacional, ha pretendido mejorar “el hábitat de los principales centros urbanos y asentamientos humanos siguiendo criterios de inclusión, justicia social, protagonismo popular y calidad de vida”, seleccionado terrenos adecuados para los desarrollos, distribuyendo materiales y recursos financieros, sin descuidar “los esquemas de gestión, de selección de beneficios y condiciones de meta de viviendas”. Es por eso que sus desarrollos habitacionales van (o deben ir) acompañados de servicios como gas, electricidad, agua potable, aguas servidas, transporte, acceso a centro educativos y de salud, entre otros aspectos esenciales.
¿Dónde está la Gran Misión Vivienda?
Para que dar una idea de las implicaciones, a modo de comparación podemos recordar que la parroquia Caricuao, en el Municipio Libertador de Caracas, fue edificada por inversión pública en la segunda mitad de la década de los sesenta del siglo pasado, durante la administración del expresidente Raúl Leoni en su mayor parte. Con 20 mil apartamentos distribuidos en 219 edificios y 9 sectores fue en su momento el desarrollo habitacional público más grande de toda Latinoamérica. Por su magnitud es una pequeña ciudad aceptablemente planificada.
Según el Gobierno sólo en 2015 se edificaron en toda Venezuela más de 16 veces todas las viviendas que hay en Caricuao. A lo largo de diez años son 205 caricuaos (sic), lo que a un promedio de 5 personas por hogar (según estimación del INE) estamos hablando de que en ese periodo de tiempo 20 millones de venezolanos han pasado a vivir en una vivienda digna. De hecho, el informe PDF de la Misión asegura que se han desarrollado 1.275 urbanismos. Es decir, en Venezuela ha ocurrido una transformación radical del medio físico, para usar una expresión del neopositivismo perezjimenista.
Según la información oficial la GMVV ha sido tan eficaz que ni siquiera las sanciones y “el bloqueo” la han podido detener.
De modo que luego de esta recapitulación la gran obvia e inevitable pregunta ante las actuales circunstancias efecto de ciclo anual de lluvias es: ¿Dónde está la Gran Misión Vivienda?