Pedro Benítez (ALN). Ni Maduro ni sus candidatos pueden ganar ninguna elección, pero tampoco está dispuesto a negociar. De modo que está apelando al miedo para mantener el control de la población venezolana. El miedo a la represión, la violencia o la guerra civil. Pero en la calle esa estratagema no le está funcionando. Las imágenes de San Félix (al sur de Venezuela) son poderosamente reveladoras: un alto oficial militar desde una tanqueta profiriendo su lealtad a Nicolás Maduro, mientras a sus espaldas se desataba una poblada. Lo que ocurrió a continuación tiene cierta similitud con el último acto de masas del dictador rumano Nicolai Ceaucescu en diciembre de 1989. No hubo Casa Militar, ni todo el aparato de poder, que pudiera controlar ni disimular lo ocurrido. Repudio a la máxima figura del poder. El fantasma de Villa Rosa, Isla de Margarita (donde ocurrió una protesta similar), se repitió en San Félix. Segundo aviso.
Ese caos y desorden en medio de un acto militar, transmitido además por cortesía de Venezolana de Televisión (VTV), la televisora estatal, es la Venezuela de Maduro. Compárese con un evento similar de la dictadura de Corea del Norte y se comprenderá por qué el heredero de Hugo Chávez está perdiendo el control del país. Este es el punto.
Lo ocurrido en San Félix se parece al último acto de masas del dictador rumano Nicolai Ceaucescu
Ni siquiera consigue que la Fiscalía General impute a jóvenes a los que ha acusado por televisión de terroristas.
Desde el pasado jueves las barriadas de Los Teques, en el estado Miranda, se le sublevaron a las fuerzas de seguridad. Los vehículos de la Guardia Nacional (GN) fueron recibidos en zonas como La Matica o la carretera vieja Caracas-Los Teques con una lluvia de piedras y botellas. No hubo bolsa de comida de los oficialistas Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) que pudiera prevenir o calmar el descontento. La respuesta ha sido la presencia de numerosos efectivos de la GN en esos sectores y detenciones arbitrarias acompañadas por las acciones intimidatorias de los mal llamados “colectivos”. Y sin embargo, la protesta no ha cesado.
Esta es solo una muestra del ambiente del país. San Félix fue otra. Como lo fue el resto del estado Bolívar (al sur del país) en diciembre pasado y Cumaná (al oriente) en varias ocasiones.
Negación de la realidad
Pero el alto mando político del poder chavista está en fase de negación de la realidad. Cada paso que dan les hace más difícil ganar un proceso electoral futuro, que es en lo que más temprano que tarde terminará esta crisis.
Por ahora, los datos duros son estos:
1) Con menos de 11% de apoyo a Maduro, el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y el aparato militar se han trasformado en su anillo de seguridad.
2) Contrario a lo que podría pensarse, el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN) no está sirviendo para atemorizar o desarticular a la oposición.
3) La Fuerza Armada Nacional (FAN) no tiene capacidad de mantener el control del país porque la población le ha perdido el respeto y el miedo. Tampoco han podido recuperar un helicóptero perdido en el Amazonas ni darle el rancho completo a la tropa.
4) El PSUV, partido oficialista, no es capaz de ganar ninguna elección, ni siquiera de los concejos comunales. Es más, para todo fin práctico el partido ha dejado de existir.
5) A Maduro solo lo sostiene el miedo y el miedo se está perdiendo.
En el alto gobierno no solo han apostado por el miedo de la población en general y de los opositores. También por el miedo dentro del aparato de poder a perder privilegios, negocios o quedar a la intemperie sin la impunidad con la que han actuado todos estos años. Pero además, hay que incluir a aquellos que no quieren bajarse del tren antes de tiempo, estos son los traidores que ayer Maduro mencionó en varias ocasiones.
El problema central del chavismo hoy es que simple y llanamente está destinado a perder el poder y cada vez se le va a hacer más difícil controlar ese proceso.