Juan Carlos Zapata (ALN).- La historia se repite. Ya la de Hugo Chávez reventó en tragedia. La de López Obrador apenas comienza. Pero comienza con los mismos síntomas del líder predestinado a salvar la Patria, y para dejar constancia de ello, nada como dividir la historia. Chávez dijo V República y Andrés Manuel López Obrador dijo IV Transformación. El número es lo de menos. El mensaje lo dice todo. Para Chávez, la IV República fueron los 40 años más nefastos de Venezuela. Los 40 años del pacto de partidos -el de Punto Fijo inspiró los acuerdos de La Moncloa en España-, del neoliberalismo salvaje, de la corrupción y de la deuda social y la deuda pública. Con la V República, Chávez se proponía la Patria Bonita, la Patria Feliz, el País Potencia, industrializado, exportador, rico, la Venezuela limpia y honesta, de justica social, incluyente, de democracia participativa, sin pobres.
¿A qué suena aquello? Es lo que dijo López Obrador. Dividió en el discurso de investidura la historia de México en 3 grandes periodos. La I Transformación fue la Independencia, que estableció la soberanía nacional y luchó contra la esclavitud. La II, la Reforma, que determinó el predomino del poder civil sobre el militar y restituyó la República. La III, la Revolución, en la que destacó la lucha del pueblo y de la dirigencia extraordinaria que hizo posible la justicia y la democracia. La IV, es la suya. Su idea. Su plan. Su proyecto. Será el periodo de la fraternidad. La honestidad. Como forma de vida. Y esto suena a chavismo. Al de Chávez y Maduro que se jactó y se jacta también el segundo de pregonar la paz, el humanismo, el socialismo, el respeto a los derechos humanos.
López Obrador igual que Chávez, viene confirmándose en este discurso. Sólo que esta vez se trata del discurso pronunciado por el ya Presidente de México. Las palabras vuelan y repican como campanas. Y allí está el eco. Más Chávez en México. Más Maduro en México. Líneas maestras de una política que terminó siendo lo contrario. Lo que se prometió como más democracia recaló en dictadura. Con todo lo que ello implica. Hoy, los países de la región se observan en el espejo de la Venezuela del fracaso chavista. Y se alejan de ese reflejo. Se alejan, huyen, escapan los mismos venezolanos. Y si López Obrador reconoce que México es el segundo país con migración en el mundo, Venezuela es el primero.
¿A qué suena aquello? Es lo que dijo López Obrador. Dividió en el discurso de investidura la historia de México en 3 grandes periodos. La I Transformación fue la Independencia, que estableció la soberanía nacional y luchó contra la esclavitud. La II, la Reforma, que determinó el predomino del poder civil sobre el militar y restituyó la República. La III, la Revolución, en la que destacó la lucha del pueblo y de la dirigencia extraordinaria que hizo posible la justicia y la democracia. La IV, es la suya. Su idea. Su plan. Su proyecto. Será el periodo de la fraternidad. La honestidad. Como forma de vida. Y esto suena a chavismo. Al de Chávez y Maduro que se jactó y se jacta también el segundo de pregonar la paz, el humanismo, el socialismo, el respeto a los derechos humanos
Como López Obrador resume el plan de gobierno en lucha contra la corrupción, hay que recordarle que Hugo Chávez dijo lo mismo. Y aún Maduro, que señaló que la corrupción estaba acabando con la Patria y que no quería a su lado ningún grupo de la boliburguesía -burguesía bolivariana-, en realidad, con él, la boliburguesía llegó a casa, entró al Palacio de Miraflores. Dijo López Obrador que la corrupción es la causa de todos los males. La inmunda corrupción. La corrupción pública y privada. Con Chávez y con Maduro, la corrupción en Venezuela no es tal. Es saqueo. Pero a las primeras de cambio, el pueblo le compró a Chávez el discurso anticorrupción y de manos limpias. Tomó el poder en 1999 y ese mismo año “mis muchachos” comenzaron a hacer de las suyas. ¿En cuánto se estima lo saqueado por la boliburguesía? En 400.000 millones de dólares. Dijo López Obrador que nada le hace más daño a un país que la deshonestidad de sus gobernantes. Y Chávez no fue honesto. Amparó la corrupción, la propició. Pues primero era el poder. Y primero la lealtad hacia el líder. ¿Es Maduro honesto? No. Como tampoco la familia es honesta, la familia de Chávez ni la familia de Maduro. López Obrador ha dicho que no amparará la corrupción ni siquiera en su familia, llámese esta hijos o esposa. Y una mirada un poco más detenida -no hay necesidad de que sea profunda- le demostrará que la corrupción en Venezuela llegó hasta el círculo más íntimo del poder, de los hermanos, los padres, los hijos, las hijas, los sobrinos. López Obrador se quejó de que México ocupa el puesto 135 de 175 en el ranking de la corrupción. Habrá que decirle que Venezuela está más arriba. Entre los tres primeros.
Como Chávez, López Obrador señala que el modelo “neoliberal” de los últimos 36 años fue ineficiente. Un periodo que va desde 1983 hasta hoy. Chávez apuntó 40 años. Es parecido. Los años más nefastos, dijo Chávez. Los años de la IV República. López Obrador dice que son los 36 años más ineficientes de la historia de México. Porque creció la informalidad. En Venezuela, el chavismo no sólo no acabó con ella sino que la institucionalizó. López Obrador apuntó que el neoliberalismo forzó a los mexicanos a emigrar. El chavismo logró que de Venezuela hayan escapado hasta la fecha más de 3.000.000 de personas, con el agravante de que aquel siempre fue un país receptor de gente de todo el mundo. En resumen. Para López Obrador, la política económica neoliberal fue “un desastre”, “una calamidad”. Nada más parecido al discurso chavista, que prometió, por el contrario, que con el socialismo chavista se iba a llegar al mar de la felicidad, Cuba, y a un estado de felicidad suprema. Hasta un ministerio de felicidad, creó Chávez.
Llegó la hora de López Obrador con más retórica y menos confianza
Nos suena lo que ha dicho López Obrador. Ya lo habíamos escuchado hasta el cansancio en Venezuela. Chávez despotricó contra la apertura petrolera del presidente que lo antecedió y López Obrador enjuicia y condena la reforma energética de Enrique Peña Nieto. ¿Cuál fue el destino de Petróleos de Venezuela? PDVSA destruida. Importa petróleo. Importa gasolina. No refina. PDVSA carcomida por la corrupción. Venezuela, de factor mundial en la geopolítica petrolera, pasó a ser un productor marginal. López Obrador se queja de que México produce 1,7 millones de barriles diarios. PDVSA se encamina hacia un millón, cuando debería estar extrayendo entre 5 y 6 millones. Y PDVSA era un modelo de empresa frente a Pemex. Chávez decía que PDVSA era una caja negra que nadie auditaba. Le puso la mano encima. Y la presunta caja negra se convirtió en caja de Pandora.
López Obrador dijo que el “distintivo del neoliberalismo” es la corrupción. Y señaló que las privatizaciones son sinónimo de corrupción. Que el sistema, ese de los 36 años, en conjunto “ha operado para la corrupción”. Es el discurso de Chávez de 1999. Conchupancia entre políticos y empresarios. Y si bien escándalos y casos afectaron el sistema de partidos, nunca como lo que la corrupción es y ha sido durante las dos décadas de chavismo. Un club de amigos. Suerte de clanes para el poder y los negocios. Mafias, “pranato de la política”, dicen los chavistas que ahora son disidentes pero que también están marcados por la corrupción de grupos, de su propia familia: corrupción que propiciaron desde los altos cargos, sin ir muy lejos, desde PDVSA. Y todo dentro del más crudo esquema de impunidad. Y la impunidad viene a cuento ya que López Obrador dijo que no habría impunidad en el mandato que presidirá. Para ello bastará declarar la corrupción como delito, como si no lo fuera, pero el populista tiene que llenarse la boca señalando que la corrupción es un delito grave, impreso en la Constitución.
“Me comprometo a no robar”
-Me comprometo a no robar -dijo el presidente de México-. ¿Quién dijo lo mismo? Y terminó robando. No queremos decir con esto que López Obrador lo hará. Pero sólo el tiempo dictará sentencia.
-Y me comprometo a que nadie robe y se aproveche de su posición-. ¿Alguien puede garantizarlo? Ni él mismo. El extesorero de Hugo Chávez, uno de sus hombres de mayor confianza, creó una de las redes de corrupción más “eficientes” en el robo. Y Chávez lo sabía. Chávez lo protegió. Y el sistema lo respaldó. Mientras funcionara para Chávez. Mientras hiciera las tareas que Chávez le encomendara. Después, refugiado en Estados Unidos, reveló el entramado y ahora sí: Es un “delincuente internacional”. Se llama Alejandro Andrade. El ejemplo de Andrade confirma esta sentencia de López Obrador: “La corrupción se promueve desde lo alto”. La aspiración de López Obrador es que el gobierno ya no sea “un simple facilitador para el saqueo”. Que el gobierno, dijo, no sea un “comité” al servicio de una minoría rapaz. Estas palabras caben al rapaz chavismo.
-Y me comprometo a que nadie robe y se aproveche de su posición-. ¿Alguien puede garantizarlo? Ni él mismo. El extesorero de Hugo Chávez, uno de sus hombres de mayor confianza, creó una de las redes de corrupción más “eficientes” en el robo. Y Chávez lo sabía. Chávez lo protegió. Y el sistema lo respaldó. Mientras funcionara para Chávez. Mientras hiciera las tareas que Chávez le encomendara. Después, refugiado en Estados Unidos, reveló el entramado y ahora sí: Es un “delincuente internacional”. Se llama Alejandro Andrade. El ejemplo de Andrade confirma esta sentencia de López Obrador: “La corrupción se promueve desde lo alto”. La aspiración de López Obrador es que el gobierno ya no sea “un simple facilitador para el saqueo”. Que el gobierno, dijo, no sea un “comité” al servicio de una minoría rapaz. Estas palabras caben al rapaz chavismo.
Habrá mucho que enumerar de lo prometido por López Obrador y en qué coincide con el discurso chavista. Terminemos con aquello de que en el sexenio habrá un verdadero Estado de derecho. Lo mismo le dijeron a los venezolanos. Una verdadera democracia. Palabras. Palabras. Que será una democracia donde el pueblo decide. Chávez dijo eso. Que no habrá fraude electoral. López Obrador copia a Chávez y a Maduro. Que nunca reprimirá al pueblo. El chavismo no sólo reprime, también mata, tortura, encarcela las ideas. Que se impondrá la austeridad, dijo López Obrador. Y Chávez era un magnate. Y Maduro otro, con menos dinero. ¿Con cuántos custodios arribó Maduro a México? Lo mismo hacía Chávez cuando viajaba por el mundo, hablando y regalando dinero. Que no va a endeudar más a México. Y Chávez que prometió lo mismo llevó la deuda externa a nivel récord. Que México se endeudó justo cuando los presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón gozaron de los mayores ingresos producto del petróleo. Chávez despilfarró lo que ingresó por petróleo y le quitó a los venezolanos en impuestos, y no conforme multiplicó por 5 la deuda, y de paso sentó las bases de la destrucción nacional. “No gastaremos más de lo que ingrese a la hacienda pública”, dijo López Obrador. Eso también dijo Chávez, y creó un presupuesto paralelo para manejar los recursos a discreción. Que se respetará la autonomía del Banco Central de México. De las primeras rupturas institucionales de Chávez, la violación de la autonomía del Banco Central de Venezuela. “Nada material me interesa”, dijo el presidente de México. Chávez dio el ejemplo de lujo y derroche para el entorno. “No me importa la parafernalia del poder”, aseguró López Obrador. En Chávez, el poder lo era todo, incluyendo los detalles. “Humildad en el poder”, confesó López obrador. Eso afirmó Chávez y lo usual fue la soberbia del poder. Lean esto. Óiganlo de López Obrador. Es como estar oyendo a Chávez: Prometió el renacer de México. Una potencia económica. Un país modelo. Construir un país y una sociedad justa, democrática y alegre. Que actuará sin odios. Que no hará mal a nadie. Que propiciará la reconciliación. Y la guinda de todo lo anterior: que no se reelegirá. Bajo ninguna circunstancia habrá reelección. Claro, eso lo dirá el pueblo. Es lo que resuelva la mayoría en referendo. Porque al fin y al cabo, igual que Chávez, el pueblo es la voz de Dios, y la mayoría no dejará espacio a la minoría. Chavismo. Fascismo. Habrá que agradecerle a López Obrador que alertó que el suyo no es un cambio de gobierno sino un cambio de régimen, radical y profundo, algo que no hizo Hugo Chávez en 1999 pero que en cambio sí ejecutó para sorpresa de algunos sectores en Venezuela.