Juan Carlos Zapata (ALN).- Tal vez en política la pérdida de la confianza esté acompañada de la pérdida de la inocencia. Está ocurriendo en México con Andrés Manuel López Obrador. La confianza se ha resquebrajado. Se ha roto, escribiría hace poco un par de analistas del BBVA, expresión que con toda seguridad comparten los cargos de más arriba. Y es que dos banqueros españoles consultados por ALnavío coincidieron en que México, y también Centroamérica, se están convirtiendo en un problema de confianza. Hasta el punto que, dijo uno de ellos, ya algunas empresas han paralizado proyectos, y, señaló el otro, “hemos tenido que suspender líneas de crédito” para negocios de comercio exterior.
En México la confianza se vino abajo luego de que el presidente electo decidiera suspender la construcción del aeropuerto promovido para la populosa capital por el magnate Carlos Slim. Un costo innecesario, han dicho los analistas. Y lo que parecía ser la posición de unos técnicos de BBVA, resulta que es un sentimiento compartido en la banca de España. Es cierto que a BBVA le corresponde encender las alarmas. Es el grupo líder en México con Bancomer. Y este viernes la entidad vio caer las acciones en la Bolsa de Madrid debido a que en México avanza la propuesta de limitar a la banca el cobro de comisiones. ¿Y de dónde vino la propuesta? Del partido de Andrés Manuel López Obrador, el Movimiento de Regeneración Nacional. La semana pasada, la presidenta de Banco Santander, Ana Botín, todavía expresaba una alta dosis de confianza en López Obrador, luego de sostener una reunión en la casa del presidente electo. López Obrador descartó que la iniciativa de su partido vaya a prosperar.
Un costo innecesario, han dicho los analistas. Y lo que parecía ser la posición de unos técnicos de BBVA, resulta que es un sentimiento compartido en la banca de España
En Centroamérica, el caso Nicaragua ha puesto en cuarentena buena parte de los negocios. Un problema de confianza, también. Uno de los banqueros fue tajante. En Nicaragua hay una dictadura represiva. Y una dictadura que contagia la zona. Hay negocios que se cruzan. Y por lo tanto no pueden ser desarrollados. En Nicaragua la economía marchaba bien. Hasta que se descarriló el asunto político y todas las fuerzas vivas, incluyendo los empresarios aliados de Daniel Ortega, se colocaron en la otra acera del régimen. La economía ahora está en rojo. Y no hay confianza para la inversión. De hecho, es el canciller español, Josep Borrell, quien está haciendo un llamado para que la comunidad internacional fije la atención en el régimen de Ortega; régimen al que define como una dictadura, y a la que acusa de ser responsable de una “represión sangrienta”. Borrell se sitúa en la línea de ejercer más presión, e inclusive decidir sanciones “en el límite”. Borrell no cree que la dictadura vaya a evolucionar por sí misma. Bajo este escenario, la confianza no retornará a Nicaragua. Y, siendo así, los negocios en la región van a ser impactados.
En Nicaragua, los empresarios convivieron con Ortega durante un tiempo. Perdida la edad de la inocencia, las aguas no han vuelto al cauce; no después del saldo de muertos, heridos y detenidos, producto de la brutal represión. En México, los banqueros explican que el aeropuerto de Slim no es el aeropuerto de Slim sino de cientos de empresas grandes, medianas y pequeñas que están a punto de perder años de trabajo. Desde el que coloca los aires acondicionados hasta el que suministra las butacas. Las empresas que se iban a encargar del mantenimiento. O las que iban a montar negocios de comida rápida. O las casas de cambio. O todas las compañías de servicios que implica poner a punto la operatividad de un aeropuerto. ¿Y los taxis? ¿Y las líneas de transporte?
López Obrador no envía buenas señales de confianza a los mercados
Estos banqueros ven hacia América Latina, no ya sólo hacia Centroamérica, y les preocupa el mapa político y económico. No hay un panorama del todo despejado en las principales economías de la región, con las excepciones de Chile, Panamá y Paraguay. En México se le ofreció el beneficio de la duda a López Obrador. Pero la esencia del caudillo es la que parece imponerse. Los banqueros están conscientes de ello. No son inocentes. Las reservas de confianza se agotan.