Antonio José Chinchetru (ALN).- Una vez que ha logrado ser elegido presidente del Gobierno a través de una moción de censura, Pedro Sánchez va a tener que dar respuesta a cinco grandes retos que auguran un mandato muy complejo. Se trata de gobernar con un Ejecutivo débil en el Parlamento, establecer alianzas políticas y formar gobierno, formular un programa económico propio, aguantar la oposición implacable de PP y Ciudadanos, y hacer frente al desafío independentista catalán. Todo ello con Podemos como aliado incómodo.
Pedro Sánchez ha visto cumplido su ansiado deseo de ser elegido, vía moción de censura, presidente del Gobierno de España. Cuando ocupe su despacho en La Moncloa llegará el duro momento de enfrentar una jefatura del Ejecutivo que se presenta muy compleja. Ha dejado claro que no pretende convocar elecciones a corto plazo, por lo que podría tratar de completar la legislatura, de la que quedan todavía dos años. En este tiempo va a tener que hacer frente a numerosos retos. Hay cinco que destacan sobre el resto.
1.- Gobernar con un ejecutivo débil
Pedro Sánchez es el primer presidente del Gobierno de España que no se va a apoyar en el grupo mayoritario en el Congreso de los Diputados. Nunca antes el partido del jefe del Ejecutivo ha tenido tan pocos escaños en la Cámara Baja, 84, u 85 contando el de Nueva Canarias (que concurrió a las elecciones en coalición con el PSOE). En todo momento va a tener que buscar el apoyo de otras fuerzas políticas. Dependerá sobre todo de Podemos, pero incluso el respaldo del partido de Pablo Iglesias y sus socios de Compromís queda lejos de la mayoría absoluta, situada en 176 diputados. En total suman 156 asientos.
Sánchez estará obligado a pactar con fuerzas muy dispares, incluyendo los independentistas catalanes de ERC y el PDeCAT, así como el PNV y EH Bildu
Esta situación le obligará a pactar con fuerzas muy dispares, incluyendo los independentistas catalanes de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y el Partido Demócrata Europeo Catalán (PDeCAT), así como el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y EH Bildu (considerado el ‘heredero’ del brazo político de ETA). Las relaciones con Ciudadanos y el Partido Popular están rotas, por lo que es muy difícil contar con su voto favorable para aprobar cualquier medida.
En el Senado la situación es más compleja. El PP tiene en la Cámara Alta una mayoría absoluta muy holgada, 147 escaños de un total de 266. El PSOE cuanta con apenas 62 asientos. Esto, sin embargo, es un problema secundario, puesto que en la mayor parte de los casos cualquier cambio legislativo aprobado en el Senado puede ser revertido cuando el proyecto vuelve al Congreso de los Diputados (donde la norma ya se había aprobado en primera instancia).
2.- Alianzas y formación de gobierno
Muchos de los partidos que votaron a favor de la moción de censura no van a apoyar incondicionalmente a Pedro Sánchez. El líder socialista tendrá que buscar alianzas de legislatura para gobernar. Esto le obligará a hacer cesiones, muchas veces en cuestiones que pueden generar rechazo en gran parte de la población.
Un aliado que ya tiene casi asegurado es Podemos. Sin embargo, la formación morada ya ha comenzado a poner un precio. Pablo Iglesias ha reclamado formar parte del gobierno. Ha lanzado el mensaje de que un Ejecutivo apoyado en 156 escaños será más fuerte que uno que se asienta sobre sólo 85. De esta manera ha dejado claro que si en el Gabinete no hay miembros de su partido no será un soporte incondicional de Pedro Sánchez. El nuevo presidente del Gobierno tiene complicado encontrar otros socios permanentes que ofrezcan estabilidad. Sabe que no puede contar con Ciudadanos, y que resultaría muy impopular tener como aliados de referencia a los independentistas.
La alianza con Podemos es además incómoda por la antipatía que este partido genera en amplias capas de la población española, incluyendo numerosos votantes moderados del PSOE. Además, la identificación del partido de Pablo Iglesias con el régimen chavista es algo que tiene presente casi toda la opinión pública española. Esta afinidad con el régimen de Nicolás Maduro puede incluso crear problemas a la hora de establecer una política exterior en concordancia con los valores de una socialdemocracia moderada y la línea de actuación de la Unión Europea (Ver más: ¿Cómo pueden ser las relaciones de Pedro Sánchez con Nicolás Maduro?).
3.- Formulación de un programa económico
En el debate de la moción de censura Pedro Sánchez no presentó un programa económico concreto. Se limitó a decir que respetará los Presupuestos Generales del Estado (PGE) que el gobierno de Rajoy logró sacar adelante en el Congreso de los Diputados (están pendientes de la aprobación por el Senado).
Él mismo había atacado con dureza estos PGE, pero los aceptó para ganarse el apoyo del PNV
Él mismo había atacado con dureza estos PGE, pero los aceptó para ganarse el apoyo del PNV, que logró negociar con el PP fuertes inversiones económicas en el País Vasco. Podemos, el principal aliado parlamentario de los socialistas, también los había rechazado, por lo que la situación se torna muy compleja.
Sánchez también aseguró que el suyo va a ser “un gobierno que va a cumplir con los compromisos europeos, que va a cumplir con los objetivos de déficit público, con el programa de estabilidad”. El cumplimento de los objetivos del déficit y el programa de estabilidad, siguiendo los compromisos adquiridos con la Unión Europea, es algo que también rechaza Podemos.
4.- Oposición implacable del PP y Ciudadanos
Si para Pedro Sánchez va a ser complicado formar alianzas parlamentarias en las que apoyarse, lo que sí puede saber es que va a tener enfrente a una oposición muy numerosa e implacable. El PP cuenta con 134 diputados, que suben a 137 si se suman dos de Unión del Pueblo Navarro y uno de Foro Asturias (ambos partidos concurrieron a los comicios en coalición con el Partido Popular). Ciudadanos dispone de 32 asientos. Juntos suponen 169 representantes, 13 más que la suma de PSOE con Podemos. Esto significa que los partidos en los que se apoya el Gobierno no podrán sacar adelante iniciativas por mayoría simple.
Tanto el PP como Ciudadanos están obligados a mantener una oposición muy dura tras la moción de censura. Saben que su electorado no perdonaría una actitud diferente ante un Gobierno sostenido por Podemos y que se ha formado gracias al apoyo de los independentistas. Además, las relaciones de ambas formaciones opositoras con los socialistas son malas en estos momentos. En el caso de Ciudadanos ha sido clave el rechazo de Sánchez a que la moción de censura tuviera como finalidad formar un gobierno que convocara elecciones, que era lo que reclamaba Albert Rivera.
5.- Hacer frente al desafío independentista catalán
Sánchez llega al Gobierno cuando todavía sigue en pie el desafío independentista catalán. El mismo día que venció la moción de censura, se conformó el nuevo Ejecutivo autonómico catalán, presidido por el separatista radical Joaquim Torra. En principio esto supone que se desactiva el artículo 155 de la Constitución, puesto que su límite se había fijado en la formación de un nuevo Gobierno de la Generalitat de Cataluña.
Sin embargo, el plan de Rajoy era mantener la intervención económica, de manera que el Ministerio de Hacienda supervisara y controlara las cuentas de la administración catalana para evitar el uso de dinero con fines independentistas. Ahora Pedro Sánchez tendrá que decidir si también revierte esta medida. Es algo que le exigirán los independentistas a cambio de apoyarle en el Congreso, pero que puede generar mucho malestar entre gran parte de sus votantes, tanto en Cataluña como en el resto de España.
Pedro Sánchez está en deuda con el independentismo catalán, que le ha apoyado en la moción de censura y va a exigir concesiones
Sánchez está en deuda con el independentismo catalán, que le ha apoyado en la moción de censura y va a exigir concesiones. Tanto PDeCAT como ERC han expresado que mantienen el objetivo de lograr la independencia de Cataluña y no renuncian a la legitimidad que dicen que tuvo el referéndum ilegal del 1 de octubre y la proclamación unilateral de la frustrada República Catalana. Le están exigiendo que los políticos en prisión provisional mientras son investigados por delitos de rebelión, sedición y malversación de fondos sean liberados, así como que aquellos que están fugados de la justicia en el extranjero puedan volver a España sin miedo a ser detenidos.
Esto corresponde a los tribunales, pero Sánchez tiene margen de maniobra para intentar satisfacer estas exigencias. Puede cambiar al fiscal general del Estado, y poner a una persona que dé instrucciones de que se retiren los cargos. Este tipo de actuación, sin embargo, puede tener un alto costo electoral a medio plazo para el PSOE, puesto que muchos de sus electores la rechazarían.
Además, si no muestra la suficiente firmeza ante el desafío independentista catalán, podría tener que hacer frente a un problema similar en el País Vasco.