Zenaida Amador (ALN).- Son incontables los retos de Nicolás Maduro en su afán por sostenerse en el poder, pero en materia económica hay al menos cinco puntos clave que debe enfrentar para seguir adelante en medio de la crisis institucional, el rechazo internacional y el estigma de ser señalado como un presidente ilegítimo.
Nicolás Maduro culmina su primer período presidencial sin atender ninguno de los problemas de fondo y deja a Venezuela sumida en una profunda depresión económica, con una hiperinflación que algunos temen pueda prolongarse por años, sin recursos para atender las necesidades básicas de la población y en situación de impago con los acreedores externos, y padeciendo los coletazos de las sanciones internacionales impuestas a su gobierno por desligarse del camino democrático.
El interés es seguir gobernando a cualquier precio, lo que implica desafíos de toda índole en diversos planos, especialmente cuando el régimen comienza a ser identificado como una dictadura, lo que generará un trato internacional en consecuencia. De cara al inicio de este nuevo ciclo en materia económica hay al menos cinco retos para quienes pretenden sostenerse indefinidamente en el poder.
1- Cazar ingresos
Sin ingresos no hay margen de maniobra. Eso lo sabe el Gobierno, que lleva a cuestas la responsabilidad de haber dilapidado el billón de dólares en ingresos por exportación de hidrocarburos que la nación percibió desde 1999 y de -en paralelo- destruir a la industria petrolera que es la generadora de tales recursos.
Se estima que en 2019 los compromisos de deuda de PDVSA y de la República sumen 10.000 millones de dólares, sin hablar de los compromisos externos vencidos del Gobierno central que rondan los 5.000 millones de dólares
Hoy PDVSA produce con dificultad alrededor de un millón de barriles diarios, que casi en su totalidad están comprometidos en pagos de deuda. Algunos economistas estiman que dado este cuadro prácticamente en 2019 no habrá flujo de caja, lo que pinta un panorama altamente complejo.
De allí la urgencia de buscar dinero, pero a partir del 10 de enero, cuando a la vista de más de una veintena de países esté en entredicho la legitimidad de Maduro, se hará más cuesta arriba la posibilidad de cerrar acuerdos o de contratar nuevo financiamiento en términos beneficiosos para el país.
Si bien han sido múltiples los anuncios del Gobierno acerca de acuerdos por varios miles de millones de dólares con países aliados e inversionistas extranjeros, nada de esto termina de concretarse. Pero dada la magnitud de la crisis todo hace pensar que las autoridades forzarán estos arreglos.
Los acuerdos y convenios que de forma poco transparente se vienen cerrando alrededor del sector minero parecen ser la solución mágica del Gobierno para hacerse con un hilo de oxígeno, por lo que se muestra indiferente ante el ecocidio y la ola de crímenes que acompañan a la descontrolada explotación minera en el sur del país.
2- Navegar el default
En línea con lo anterior para Maduro será todo un reto lidiar con los compromisos de deuda, las acciones legales de los acreedores y el riesgo inminente de perder uno de los principales activos de la nación: Citgo.
Si bien la estrategia aplicada hasta ahora ha sido la de ganar tiempo, no es mucho el margen que tiene el Gobierno venezolano para seguir corriendo la arruga si carece de ingresos y de producción petrolera para responder a las obligaciones.
Se estima que en 2019 los compromisos de deuda de PDVSA y de la República sumen 10.000 millones de dólares, sin hablar de los compromisos externos vencidos del Gobierno central que rondan los 5.000 millones de dólares.
Esto puede incluso llegar a lesionar las relaciones del Gobierno con sus aliados. La firma Ecoanalítica cree que Venezuela no podrá pagar los compromisos pendientes con China.
Por ello es de esperar que el Gobierno pactará acuerdos altamente lesivos para la nación, pero que le permitirán sostenerse a la espera de algún cambio favorable en las circunstancias.
3- Abrir canales en medio de las sanciones
Directamente vinculado con los dos puntos anteriores, al cuestionado y sancionado gobierno de Nicolás Maduro se le vuelve urgente abrir vías a través de las cuales evadir las restricciones que ya han impuesto varios países y a las que pudieran sumarse más a partir del 10 de enero.
Meses atrás Tareck El Aissami, como vicepresidente del Área Económica del gobierno de Maduro, aseguró que se avanzaba en el plan de abrir cuentas fuera de Estados Unidos en monedas diferentes al dólar para evadir las sanciones. Se trabajaba en “un nuevo esquema de corresponsalía para los bancos públicos en Asia y Europa”. Esta ardua tarea sigue su curso.
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A la par de esto necesita garantizar los canales para vender los minerales que extrae, como el oro, evadiendo las sanciones y arreglar algunos suministros para atender precariamente las necesidades de la población.
Tejer nuevas conexiones financieras y comerciales es prioridad y, dada la urgencia del caso, cualquier arreglo que se pacte a cambio de un flujo mínimo de ingresos para la sobrevivencia se traducirá en un mayor beneficio para los terceros involucrados que para la nación.
4- Lidiar con la dolarización de facto
Los venezolanos no quieren los bolívares. La velocidad a la que pierden poder de compra lleva a los ciudadanos a deshacerse del dinero a cambio de lo que sea, porque prácticamente cualquier cosa tiene más valor que la moneda nacional. No en vano el presidente de la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional, Rafael Guzmán, estima que dada la hiperinflación para febrero el bolívar habrá recuperado los cinco ceros que le borraron con la reconversión monetaria de agosto.
Tejer nuevas conexiones financieras y comerciales es prioridad y, dada la urgencia del caso, cualquier arreglo que se pacte a cambio de un flujo mínimo de ingresos para la sobrevivencia se traducirá en un mayor beneficio para los terceros involucrados que para la nación
Así, con una inflación en el orden de 4% al día, se ha acelerado la dolarización de facto en la economía, ya sea porque muchos usan el dólar como referencia ante la locura de precios que mueve al mercado, porque algunos reciben parte de sus remuneraciones en moneda dura o porque otros se benefician de las remesas que envían sus familiares desde el exterior. Lo cierto es que el bolívar está siendo desplazado, al punto de que en las zonas fronterizas se impone el uso del real brasileño o del peso colombiano.
Aunque lo lógico sería pensar que para el Gobierno es urgente hacerle frente a la situación y corregir los errores que alimentan la hiperinflación, el desempeño de Maduro y sus funcionarios indica que la prioridad será lidiar con el problema y aprovecharlo para sus fines políticos. Es muy probable que el Gobierno use la coyuntura para seguir empujando el cambio monetario que se ha propuesto bajo el paraguas del petro, que enmascara esta misma dolarización, y con el cual reeditar la experiencia de Zimbabue al estilo chavista. No se resolverán los problemas, pero se ganará tiempo.
5- Contener el desbordamiento social
En los primeros 10 meses de 2018 se reportaron más de 10.000 protestas en Venezuela por demandas básicas (alimentos, transporte, servicios públicos, etc.). Aunque se trata de un número que supera los registros de 2014 y 2017, cuando la protesta política alcanzó picos históricos, el malestar social se mantiene encapsulado.
El Gobierno mantiene a raya la situación evitando la conexión entre el descontento social y la lucha política, para lo cual usa la fuerza pública y la persecución de líderes políticos, estudiantiles, sindicales y comunitarios.
Cómo el gobierno de Maduro enloqueció con el dólar
A la par de esto ha usado la propia crisis para aumentar en la población la dependencia del Estado. En la actualidad un 63% de la población recibe las “ayudas” del Gobierno a través de las llamadas Misiones, como indica la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi).
Pero sin recursos para costear esta red de reparto es muy probable que radicalice sus acciones de control y profundice la represión como vía para contener la conflictividad social.