Leticia Núñez (ALN).- ¿Hacia dónde va Nicaragua? ¿Está en un punto muerto? Expertos consultados por ALnavío vaticinan que con el diálogo roto, todo hace pensar que el país va directo a un “conflicto crudo en el que el dictador tiene las herramientas para reprimir con toda dureza”. Y es que Daniel Ortega resiste. Se aferra al poder. Pero cada vez está más aislado internacionalmente. Por ello hay algo de luz al final del túnel. Ya lo dijo el premio Cervantes Sergio Ramírez: se está engendrando la Nicaragua post Ortega.
120 días de protestas. 448 muertos. 2.800 heridos. Y 595 desaparecidos. Es el balance que dejan los cuatro meses de manifestaciones en Nicaragua. Cuatro meses de intensa violencia desde que los ciudadanos salieron a las calles para rebelarse contra una reforma por decreto de la Seguridad Social en abril. Fue la gota que colmó el vaso.
La dura represión a las manifestaciones por parte de la policía y fuerzas paramilitares afines a Daniel Ortega y Rosario Murilloy el descontento que arrastraba la población derivaron en una oleada de protestas pidiendo su dimisión. Pero Ortega se aferra al poder. Ha rechazado anticipar elecciones y asegura una y otra vez que el país ha recuperado “la normalidad”. Sin embargo, la herida sigue abierta. Cuatro meses después, ¿hacia dónde va Nicaragua? ¿Cuál es la solución a la crisis?
“Es muy difícil hacer una previsión del futuro a corto plazo de Nicaragua. Lo que sí puede decirse es que los espacios de diálogo se han roto y la situación es muy preocupante. Todo hace pensar que el país va directo a un conflicto crudo y duro en el que el Gobierno del dictador tiene las herramientas para reprimir con toda dureza”, explica al diario ALnavío Alfredo Rodríguez, director del Máster en Políticas Públicas de Seguridad en la Universidad Camilo José Cela (Madrid).
“Todo hace pensar que el país va directo a un conflicto crudo en el que el Gobierno tiene las herramientas para reprimir con toda dureza”
En su opinión, lo ideal habría sido el diálogo para llegar a una “solución consensuada en la retirada de Ortega y su cohorte, pero eso ahora ya parece imposible. Por tanto, la solución sería la intervención de la comunidad internacional para echar a Ortega del Gobierno e implantar de nuevo la democracia mediante unas elecciones libres y justas”.
Hasta ahora, la comunidad internacional ha presionado exigiendo el cese de la represión. Una represión a sangre y fuego del régimen de Ortega que preocupa a ambos lados del Atlántico. El mandatario está cada vez más aislado. 13 países de América Latina y la Unión Europea condenaron el pasado 17 de julio la actitud del sandinismo.
Estados Unidos ha impuesto sanciones. Y la OEA aprobó una comisión para buscar soluciones. Todos piden “el fin inmediato de la violencia, la represión y las detenciones arbitrarias”. Pero de ahí a realizar acciones más contundentes hay mucha distancia. Teniendo en cuenta este panorama, Rodríguez vaticina que habrá crisis para largo. “Si nadie se atreve a actuar, todo apunta a una larga crisis. Ortega está huyendo hacia delante, no le importan los ciudadanos sino su propio bienestar”.
Por su parte, Rogelio Núñez, investigador del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Alcalá de Henares(Madrid), considera que Nicaragua se encuentra en una situación de impasse. “El régimen de Ortega, pese a la gravedad de la situación y la reprobación a escala internacional, a pesar del deterioro económico y de haber visto cómo importantes aliados se alejaban, ha aguantado lo peor”, dice a este diario.
Según Núñez, el mandatario ha resistido la embestida de estudiantes, Iglesia Católica y empresarios, los principales sectores críticos, pero pagará el costo político de la represión. “El régimen tiene claro que resistir es vencer. Su idea es resistir. Tiene unas fuerzas paramilitares capaces de sembrar el terror”, afirma.
Asimismo, apunta que Ortega cree que la oposición se irá agotando puesto que no es homogénea y los intereses son muy diversos. “No es lo mismo lo que piden los estudiantes que lo que reclaman los empresarios”.
Pero dentro de este impasse, Núñez apunta que “es probable que vuelva la escalada de movilizaciones”. Máxime teniendo en cuenta las medidas de castigo de Ortega contra Iglesia y empresarios al recortarles los fondos en los presupuestos del Gobierno. “La oposición tratará de rearticularse para reiniciar las protestas”, que ahora siguen pero con una intensidad mucho menor que al principio (Ver más: Llega la venganza de Daniel Ortega contra los empresarios y la Iglesia).
“Se está engendrando la Nicaragua post Ortega”
Después está la emigración. Según datos del Ministerio de Relaciones Exteriores costarricense, el Gobierno de Costa Rica ha recibido 14.000 solicitudes de refugio por parte de nicaragüenses en mayo y junio. “Eso debilita a la oposición porque quien emigra no es alguien del régimen”, recuerda Núñez.
“Todo indica que el orteguismo está en su etapa final, aunque no se sabe si serán meses o agotará el mandato”
No obstante, el investigador recuerda una frase del premio Cervantes nicaragüense Sergio Ramírez. “Dijo que Ortega era un caudillo del siglo XX pero que gobierna en el siglo XXI. Es decir, algunas herramientas de antes ya no funcionan porque la sociedad ha cambiado y el puro clientelismo no sirve tanto”. Dicho de otra manera. En opinión de Núñez, “todo indica que el orteguismo está en su etapa final, aunque no se sabe si serán meses o agotará el mandato”, que acaba en 2021. Pero lo que sí tiene claro es que “se está engendrando la Nicaragua post Ortega”.
Una Nicaragua en la que la Iglesia Católica, una de las voces más críticas con el régimen, no se resiste a retomar el diálogo, trancado desde hace más de un mes y medio. Una Nicaragua en la que los empresarios dan por agotado el modelo. Sólo en junio, la economía cayó 12,1%, según un informe del Banco Central. Una Nicaragua, en definitiva, ansiosa de paz y democracia.