Leopoldo Martínez Nucete (ALN).- Esta semana se celebró, en San Juan de Puerto Rico, la Cumbre del Liderazgo Hispano de EEUU, encuentro anual organizado por el Latino Victory Project. Entre los participantes figuró Julián Castro, carismático exalcalde de San Antonio, Texas, y exministro de Vivienda y Desarrollo Urbano de la Administración de Barack Obama, dos días después de anunciar su candidatura en las primarias presidenciales del Partido Demócrata.
Esta semana tuvimos el privilegio, una vez más, de ser parte de la Cumbre del Liderazgo Hispano, encuentro anual organizado por el Latino Victory Project. Coincidió esta con la del Comité de Acción Política BOLD, enfocado en aumentar la diversidad en la representación parlamentaria. En el evento, realizado, como énfasis en el propio mensaje, en San Juan de Puerto Rico, se dieron cita la delegación de congresistas más grande que ha visitado la isla, los alcaldes y el gobernador boricuas, líderes del Partido Demócrata y organizaciones progresistas, ambientalistas e influenciadores de opinión, como el chef José Andrés y el actor, compositor y creador del musical Hamilton, Lin-Manuel Miranda.
Entre los participantes figuró Julián Castro, carismático exalcalde de San Antonio, Texas, y exministro de Vivienda y Desarrollo Urbano de la Administración de Barack Obama, en la primera parada luego de anunciar, dos días antes en la Plaza Guadalupe de la ciudad de San Antonio, Texas, su candidatura en las primarias presidenciales del Partido Demócrata.
Tres elementos merecen ser destacados.
En primer lugar, los parlamentarios hicieron una evaluación a fondo, in situ, para constatar que todavía falta mucho por hacer en la reconstrucción de Puerto Rico. No sólo en materia de infraestructura, servicios y atención de ciudadanos vulnerables, expuestos a dificultades tras los devastadores efectos de los huracanes que azotaron la isla; también el futuro económico y el modelo de desarrollo de Puerto Rico siguen presentando incógnitas que plantean una revisión profunda de su actual estatus político territorial.
La presencia del liderazgo hispano de los EEUU en San Juan sirvió para denunciar que el muro de Trump no lo pagará México, como Trump había prometido, sino que quizá, dolorosamente, podría terminar pagándolo Puerto Rico, si Trump avanza en su despropósito
Pero el encuentro en San Juan adquirió relieve coyuntural por otra razón. No conforme con el desplante y mal trato que ha dado a los puertorriqueños, a quienes ha negado sus derechos como ciudadanos estadounidenses, Donald Trump lanzó, en medio del cierre fiscal que afecta al Gobierno, la idea de pasar por encima del Congreso y la legalidad a efectos de declarar una emergencia nacional para construir el muro con México. Ahora resulta que el financiamiento de la costosa barrera vendría de recursos del fondo de emergencias que debería invertirse en la reconstrucción de Puerto Rico como parte del país afectada por desastres naturales (lo que sí comporta una verdadera emergencia no bien atendida hasta la fecha por el Gobierno). En definitiva, la presencia del liderazgo hispano de los EEUU en San Juan sirvió para denunciar que el muro de Trump no lo pagará México, como Trump había prometido, sino que quizá, dolorosamente, podría terminar pagándolo Puerto Rico, si Trump avanza en su despropósito.
En segundo lugar, se abordó la cuestión electoral en la ruta hacia 2020. Y en estas arenas Puerto Rico emerge como un singular factor de poder en la lucha por derrotar a Donald Trump. No porque los boricuas en la isla puedan votar en elecciones presidenciales (que no pueden), sino porque su diáspora -que duplica la población insular- reside en territorio continental de EEUU, donde sí tiene derecho al voto. Al comparar la experiencia electoral de 2016 con la de 2018, queda en evidencia no sólo que el Partido Demócrata y los líderes progresistas han logrado conectar con las mayorías boricuas en EEUU, sino que su registro y participación mejoraron notablemente en los últimos comicios, aun si se admite que todavía hay más que lograr en ese objetivo. Es interesante constatar que la diáspora puertorriqueña en EEUU ubica ciudadanos no sólo en Nueva York y Orlando, Florida, sino que se ha extendido a una significativa comunidad en Fort Worth, Texas, así como a nuevos y crecientes enclaves en Filadelfia, Lancaster y Allentown, en el estado de Pensilvania. Lo de este estado es fundamental: en esos tres lugares hay una población boricua que, de movilizarse a votar contra Trump, sellaría el retorno de Pensilvania a la lista de estados tradicionalmente demócratas, lo que en el sistema de colegios electorales imposibilitaría una reelección de Trump, aún ganando la Florida. Por sí sola la nueva población boricua que ha fijado residencia en Pensilvania excede con creces la mínima diferencia en votos que obtuvo Trump en 2016 para alzarse de forma inesperada con ese estado.
El éxodo silencioso de los puertorriqueños construye un nuevo poder latino en EEUU
En tercer lugar, la presencia de Julián Castro en San Juan, inmediatamente después de lanzarse para las primarias, suma a Puerto Rico como prioridad para la agenda hispana. ¿Quién es, más allá de los cargos que ha ejercido, este joven político de San Antonio, Texas? Julián Castro es nieto de una inmigrante mexicana de origen muy humilde quien, como él dijo en el discurso de lanzamiento a la Presidencia, no tenía casa propia y limpiaba las casas de otros para asegurar que su hija y sus nietos no tuvieran que desempeñar este oficio, sino que progresaran en los EEUU. La madre de Castro es educadora. Ella es prueba viviente del primer gran avance social de esta familia de inmigrantes, que además se destaca en la lucha por los derechos civiles de los latinos en el ámbito educativo y en la organización gremial.
Contra la xenofobia y el racismo
De esta aguerrida estirpe, templada en el trabajo tenaz y honesto, nacieron los gemelos Julián y Joaquín, quienes fueron criados por la abuela y la madre. El hermano es uno de los líderes de la Conferencia Hispana en el Congreso de los Estados Unidos. Y ambos constituyen un binomio icónico en el Partido Demócrata. Los dos estudiaron con becas y despliegue de esfuerzo en la prestigiosa Universidad de Stanford y la Escuela de Derecho de Harvard. Julián se dio a conocer en la Convención Demócrata que nominó a Obama, donde fue orador de orden y pronunció un discurso tan inspirador que hasta hoy se recuerda como uno de los hitos más importantes del movimiento latino y de la campaña presidencial de Obama, quien con el respaldo de Julián Castro concitó un impresionante apoyo del voto hispano en su elección y reelección.
La candidatura de Julián Castro es la segunda que se oficializa (antes fue la de la senadora de Massachusetts, Elizabeth Warren), para unas primarias en las que podrían medirse más de 10 contendores, grupo a cuya cabeza va, según los primeros sondeos, el exvicepresidente Joe Biden
Como ministro de Obama, la gestión de Julián Castro en materia de acceso a la vivienda y solución de la crisis que afectó a millones de familias en la recesión de 2008, es reconocida nacionalmente. De hecho, a Castro se le acreditan importantes derrotas sobre ciertos vestigios de racismo, exclusión y discriminación en las comunidades de viviendas de interés social; y destacó también por sus estrategias para mejorar los servicios y el hábitat de estas comunidades en todo el país. Por su imagen y trayectoria, Julián Castro fue uno de los líderes incluidos en la corta lista de Hillary Clinton cuando seleccionaba su candidato a vicepresidente y compañero de fórmula. Desde entonces, ha recorrido el país apoyando candidatos al Congreso, una presencia nacional que le permitió aspirar a la Presidencia.
La candidatura de Julián Castro es la segunda que se oficializa (antes fue la de la senadora de Massachusetts, Elizabeth Warren), para unas primarias en las que podrían medirse más de 10 contendores, grupo a cuya cabeza va, según los primeros sondeos, el exvicepresidente Joe Biden. Naturalmente, Castro busca posicionarse en el espacio de la hispanidad, base sólida para cualquier proyecto nacional. Y, con sus primeros pasos, ha demostrado que amplificará y visibilizará el drama que vive Puerto Rico, entre otros asuntos prioritarios para la comunidad latina de los Estados Unidos. Se especula que a las primarias podría sumarse otro candidato de origen latino, el alcalde de Los Ángeles, Eric Garcetti. Por ahora, Julián Castro, más allá de sus posibilidades de victoria, pugnará por elevar los temas que galvanizan el voto latino al nivel de prioridad política en la plataforma electoral demócrata. Incluso, en materia de política exterior, ha presentado dos ideas centrales: renovar el compromiso de los EEUU con sus aliados europeos y potenciar nuevas alianzas estratégicas con Latinoamérica.
El analista y encuestador Matt Barreto, de Latino Decisions, una de las firmas con mayor reputación en EEUU, explicó a la prensa que Julián Castro sólo crecería en apoyos en la medida que se haga más conocido, en las actuales circunstancias. Sin duda, su candidatura ha traído un soplo de aire fresco, particularmente en esta coyuntura histórica en la que la comunidad latina y de inmigrantes se siente bajo un ataque sistemático del Gobierno, cuya retórica ha revivido brotes peligrosos de xenofobia y racismo.