Daniel Gómez (ALN).- El último análisis de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional aborda la relación entre Venezuela y la Unión Europea, la cual, aseguran, está estancada. Estancada porque Bruselas, en vez de confeccionar una respuesta coordinada y global a la crisis del país suramericano, ha dispersado sus esfuerzos en resolver asuntos de reconocimiento.
“Desde principios de 2019, la controversia sobre el reconocimiento de Maduro o Guaidó como el presidente legítimo de Venezuela y el desafío más amplio de cómo lidiar con las instituciones políticas en competencias que estaban instaladas temporalmente han distorsionado los esfuerzos para coordinar una respuesta internacional a la crisis”.
Esta es una de las conclusiones del último artículo publicado por Carnegie Europa, la filial europea de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, una organización no partidista con sede en Washington, Bruselas, Moscú, Beirut, Beijing, Bruselas y Nueva Delhi que busca la resolución de conflictos globales.
El texto sobre Venezuela lo firma Jonas Wolff, miembro de la junta ejecutiva y director del departamento de investigación de conflictos intraestatales del Instituto de Investigación para la Paz de Frankfurt.
Wolff considera que la relación entre la Unión Europea y Venezuela está estancada. Lo dice porque en los últimos dos años la UE ha prestado más atención a resolver cuestiones de legalidad -como si Juan Guaidó es o no un mandatario interino, o si Nicolás Maduro es un presidente legítimo, o si la nueva Asamblea Nacional es reconocida o no- que en atacar el problema principal: la crisis política, económica y humanitaria de Venezuela.
“Un cambio de un marco basado en la democracia a uno centrado en la mediación de la paz y la resolución de conflictos no ofrecería una solución a la crisis multidimensional y prolongada de Venezuela. Un nuevo enfoque no resolvería los problemas sustanciales que se interponen en el camino de las prometedoras negociaciones entre el régimen de Maduro y los grupos de oposición ni pondría fin a los conflictos que dividen a la gama de actores externos que están involucrados en Venezuela. Sin embargo, tal cambio podría contribuir a romper el estancamiento actual”, asegura Jonas Wolff.
Este cambio no se producirá por arte de magia. El experto recomienda a la UE “repensar tres elementos claves” en la crisis de Venezuela: el reconocimiento de líderes individuales, la evaluación normativa de las instituciones y los procesos políticos, y el énfasis en las elecciones competitivas como una salida la crisis.
Ir más allá de los líderes individuales
Jonas Wolff recomienda a la UE ir más allá de la situación de Juan Guaidó.
Aunque ya Bruselas dejó claro que es un interlocutor relevante para la oposición en Venezuela, la Eurocámara firmó una resolución que insta a los Veintisiete Estados miembros de la UE a “reconocer inequívocamente” a Guaidó como presidente interino de Venezuela. Reconocimiento que, por cierto, también sostiene el gobierno de Joe Biden en Estados Unidos.
Este tipo de polémicas en torno al reconocimiento no sólo se han producido en Europa. También han tenido lugar en otras partes del mundo, dividiendo “a la UE, América Latina y la comunidad internacional en general”, recordó Wolff, quien pide abordar la crisis de Venezuela desde un punto de vista más amplio.
Admitir que Maduro es quien controla el país
El experto dice que “los actores internacionales deben abandonar un marco interpretativo que trata a Venezuela como un caso en el que la democracia está amenazada y requiere protección”.
“Desde las elecciones de 2020, el estado del régimen político de Venezuela debería ser obvio. No quedan instituciones democráticas que proteger, ni un gobierno ni un Parlamento que cumplan ni siquiera con los estándares democráticos mínimos. El gobierno de Maduro es el Ejecutivo oficial con el que los actores externos, incluida la UE, tienen que tratar. Reconocer esta realidad política no implica que la UE o sus Estados miembros deban reconocer a Maduro o al nuevo Parlamento como elegido democráticamente. Sólo significa aceptar el régimen político de Venezuela por lo que es y no por lo que uno podría esperar”, explicó.
Aceptar la realidad del país y abordarla directamente como es, es uno de los pilares de la teoría de resolución de conflictos. Y esto lo sabe la Unión Europea de primera mano. Lo demostró cuando participó en las negociaciones entre el gobierno de Colombia y las FARC, y también cuando abrió las negociaciones con Irán para establecer un acuerdo nuclear.
Decir esto no significa que la UE esté ignorando a la oposición en Venezuela. O que esté desechando el papel de Guaidó. No. Todos tienen un papel que desempeñar a la hora de resolver la crisis de Venezuela. En este sentido, Jonas Wolff apunta:
“La prioridad de la UE sería fomentar mecanismos y capacidades cívicos inclusivos que crucen deliberadamente las divisiones sociopolíticas con miras a mejorar las bases de una democratización a más largo plazo. Este cambio de enfoque podría abrir nuevas posibilidades para el compromiso de la UE y el apoyo a los actores de la sociedad civil sobre el terreno”.
No forzar unas elecciones
Este experto insiste en que unas elecciones democráticas por sí solas no resolverán la crisis de Venezuela. Ni siquiera, agrega, deberían ser la prioridad.
“En un marco de resolución de conflictos, la cuestión de las elecciones competitivas y, por ende, el restablecimiento de la democracia, serían temas de futuras negociaciones encaminadas a promover un arreglo político inclusivo”. Y es que un acuerdo anticipado de elecciones, “podría limitar deliberadamente la competencia electoral, por ejemplo, mediante la introducción de algún tipo de acuerdo de reparto del poder con protecciones mutuas”.
En este punto, Wolff sí destaca los últimos planteamientos de la UE diciendo que las elecciones serán producto de “un proceso de transición y diálogo liderado por Venezuela y los venezolanos”.
La conclusión
Si finalmente la UE logra ir más allá de las cuestiones de reconocimiento, admitir que Maduro controla los resortes del poder, y trabaja para un diálogo que desemboque en una solución democrática, Jonas Wolff cree que los europeos pueden liderar una coalición global que, de verdad, genere un cambio en Venezuela.
“Si al menos un núcleo de actores internacionales de la UE y el Grupo de Contacto Internacional acuerdan dejar de lado las controversias aquí descritas, esto podría permitir una nueva iniciativa que tenga como objetivo reunir a un grupo amplio y políticamente equilibrado de gobiernos y organizaciones internacionales. Estas partes interesadas podrían tener en conjunto más influencia y puntos de entrada para impulsar negociaciones significativas y, eventualmente, contribuir a allanar el camino para salir del estancamiento actual”, concluyó.