Daniel Gómez (ALN).- La visita del Fondo Monetario Internacional a Nicaragua dejó un veredicto claro: “Los disturbios sociales y sus secuelas erosionaron la confianza y produjeron grandes salidas de capitales y depósitos bancarios”. Por eso la economía está en números rojos. En 2019 el PIB se contrajo 5,7% y en 2020 caerá 1,2%, según el FMI. Antes de la represión de Daniel Ortega, la historia en Nicaragua era bien diferente.
El 17 de abril de 2018 estalló una ola de protestas que el régimen de Daniel Ortega frenó con represión. Murieron 328 personas en seis meses, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Entonces comenzó una crisis política y económica que todavía continúa. Las conclusiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) son reveladoras:
“Desde abril de 2018, los disturbios sociales y sus secuelas erosionaron la confianza y produjeron grandes salidas de capitales y depósitos bancarios, lo cual afectó negativamente a la actividad económica nicaragüense”, apuntó un estudio del Fondo publicado este martes, tras visitar el país la semana pasada.
Al informe le acompañaron más comentarios e indicadores que demuestran el mal estado de la economía de Nicaragua:
– En 2018, el año de las protestas, la economía cayó 3,8%.
– En 2019 la contracción fue de 5,7%.
– Este 2020 se espera un nuevo descenso del PIB de 1,2%.
– En términos de PIB per cápita la contracción fue más agresiva: -6,6 en 2018, -8,1 en 2019 y un pronóstico de -3,1 en 2020.
– “Se necesitará mayor transparencia fiscal para evaluar los riesgos fiscales y mejorar la gobernanza fiscal”.
– “Se insta a mejorar la calidad y la puntualidad de los datos económicos con la continua asistencia técnica del FMI”.
– “Contar con el continuo apoyo de instituciones que apoyan el desarrollo económico, en colaboración con el FMI”.
Oficializan una coalición opositora para “restablecer” la democracia en Nicaragua
Tres movimientos sociales y cuatro partidos políticos conforman la Coalición Nacional. EFE.
Pero no todo es negativo. El Fondo destaca “la resiliencia del sistema financiero frente a los recientes shocks en la confianza”. Cómo las autoridades adoptaron “políticas menos restrictivas en el ámbito monetario y del sistema financiero en 2018–19 a fin de evitar una espiral económica descendente”. También la actuación del Banco Central, que “logró estabilizar el sistema financiero introduciendo operaciones de reporto, reduciendo el encaje legal y adoptando paulatinamente un mecanismo de provisionamiento regulatorio”.
Y es que, hasta las protestas, el régimen de Ortega suplía la falta de democracia con una política amigable con el sector privado y la economía. Un pacto por el cual el régimen no se metía en los negocios, y los empresarios no se metían en la política. Funcionaba. En enero de 2018 el Banco Mundial aseguró que Nicaragua era la economía que más crecía de América Latina con un incremento del PIB de 4,4%. Otro informe elaborado a principios de 2018, esta vez del portal Global Property Guide, apuntaba que Nicaragua era la cuarta economía en la que más aumentaba la riqueza de la población, por detrás de Paraguay, Panamá y Bolivia. Pero lo más llamativo fueron las conclusiones de una visita del FMI a Nicaragua producida justo hace dos años, en febrero de 2018. Esto dijo entonces el Fondo:
– “El desempeño de la economía en 2017 rebasó las expectativas y las perspectivas para 2018 son favorables”.
– “Para 2018 se proyecta un crecimiento del PIB por encima de su potencial, en el 4,7%”.
– “Los riesgos para las perspectivas de crecimiento de Nicaragua parecen estar, en general, equilibrados en el corto plazo, pero continúan inclinándose a la baja en el mediano plazo”.
Como es obvio, el FMI por aquel entonces no contaba con las protestas, ni con la represión que mataría el crecimiento económico de Nicaragua.