Nelson Rivera (ALN).- Sobre los hombros del año que llega hemos depositado cuantiosas expectativas. Soñamos con un 2021 mesiánico: que nos salve y nos devuelva la “normalidad” arrasada por la pandemia. Así, corresponde preguntarnos: ¿podrá el 2021 hacerse cargo de una agenda tan extensa y compleja de asuntos pendientes? No lo sabemos. Visto con algún detalle, y aunque nos desilusione, más que certezas, lo que tenemos por delante son incógnitas. En lo que sigue, comentaré, entre las muchas posibles, sólo 10 de ellas.
Un sentimiento parece haber anidado en la opinión de los ciudadanos del mundo: el 2020 ha sido un año detestable. Período de tiempo en que fuimos obligados a cambiar nuestro modo de vivir, pero, sobre todo, de relacionarnos con los demás. Año del virus, sí, pero muy especialmente, de enmascararnos y guardar las distancias. Año de reconocer nuestra fragilidad y alejarnos del prójimo.
Es unánime: queremos que se acabe de una vez por todas. Queremos que la vida vuelva a ser lo que era: con dificultades, pero con abrazos. A lo largo del 2020 nos hemos cargado de una experiencia que no conocíamos: déficit de contacto humano. Las navidades han exacerbado ese silencioso e intenso malestar que nos causa la imposibilidad de reunirnos con la familia y los amigos. Ahora mismo compartimos un anhelo: dejar atrás el annus horribilis y dar la bienvenida al 2021.
Desde 1945, tras la derrota del nazismo y el fin de la Segunda Guerra Mundial, no se había producido un anhelo tan insistente: que se acabe el año y se inicie una nueva etapa. Necesitamos, de forma casi desesperada, que las cosas mejoren.
Sobre los hombros del año que llega hemos depositado cuantiosas expectativas. Soñamos con un 2021 mesiánico: que nos salve y nos devuelva la “normalidad” arrasada por la pandemia. Así, corresponde preguntarnos: ¿podrá el 2021 hacerse cargo de una agenda tan extensa y compleja de asuntos pendientes? No lo sabemos. Visto con algún detalle, y aunque nos desilusione, más que certezas, lo que tenemos por delante son incógnitas. En lo que sigue, comentaré, entre las muchas posibles, sólo 10 de ellas.
Tres incertidumbres sanitarias
La primera fuente de inquietud continúa siendo el movimiento de la pandemia. Sus próximos pasos. Todavía no es posible estimar cuáles serán las consecuencias del invierno covid en curso: si el frío, los encuentros familiares, la falta de ventilación en los espacios cerrados, la mutación del virus y otros factores, impulsarán una masiva tercera ola, que supere a las dos anteriores. Expertos epidemiólogos anuncian que la siguiente arremetida, aproximadamente entre enero y mayo, será la que cause el mayor castigo sobre la población mundial.
Estrechamente relacionada con lo anterior, la segunda interrogante: la efectividad de los programas de vacunas, que tendrán un primer escollo que salvar en lo inmediato: la resistencia, en altos porcentajes de la población en muchos países, a vacunarse. Las preguntas de los ciudadanos se amontonan: ¿Cuál es la efectividad real de las distintas vacunas? ¿Es peligrosa la Sputnik V, la vacuna rusa? ¿Por cuánto tiempo inmunizan las vacunas? ¿Qué pasará con la población de riesgo? ¿Obligarán los gobiernos a que los trabajadores que interactúan con el público se vacunen? ¿Habrá suficientes dosis para atender a la población mundial?
Tercera incógnita: la capacidad de los sistemas sanitarios, sometidos a pruebas extremas durante el 2020 -que han costado la vida a varios miles de médicos y paramédicos-, que ahora deberán afrontar la tercera ola, sin que los hallazgos en materia de tratamientos hayan sido tan rápidos y fructíferos como la creación de las vacunas. Autoridades hospitalarias de casi todos los países no ocultan el temor al torrente de pacientes que podría producirse a partir de febrero.
La economía: tres preguntas más
El debate entre los economistas constituye la cuarta incógnita de esta relación. La mayoría parte de un supuesto común: en el 2021 debería comenzar la recuperación. Sin embargo, las hipótesis formuladas sobre el posible ‘rebote’ económico son tantas y tan contradictorias que, por ahora, parece imposible llegar a una conclusión. El peor de los escenarios lo representaría la letra L: la economía seguiría cayendo y, llegada a un punto, se estancaría. A continuación, están los que pronostican una W: a la caída del 2020 le seguirá un crecimiento corto y temporal, una nueva caída y finalmente un período de crecimiento en el 2022. La K anuncia un escenario de crecimiento de la desigualdad: la recuperación beneficiaría a unos pocos sectores de la población y castigaría a las mayorías. El graficado con la V es el escenario del optimismo: luego del derrumbe vendría un repunte sostenido, a partir del segundo semestre del 2021. Por último, está el que ha sido señalado como muy probable: el escenario U, que elude los extremos de triunfalismo y derrotismo, para exponer una situación donde conviven ganadores y perdedores.
La quinta incógnita se refiere a la compleja y delicada cuestión de la gestión de las ayudas económicas. Se parte aquí de un paradigma: no hay ni habrá, ni siquiera en los países más ricos, recursos para atender a todas las demandas. La experiencia sugiere que las preocupaciones son fundadas: van, desde cuestiones de fondo -si invertir en subsidios directos o en creación de empleo-, hasta realidades como la politización del reparto, la corrupción, la inequidad y otros factores que distorsionan el objetivo de asistir a las familias en estado de precariedad.
La otra gran pregunta -sexta en esta relación- es qué pasará con el empleo en los primeros seis meses del año: si la pérdida de puestos de trabajo continuará o si es fundada la expectativa de alguna reactivación. La posibilidad de que el cierre de empresas y la destrucción de los pequeños comercios continúen -los que no tienen capacidad para operar en la web-, hace temer un crecimiento todavía mayor de la pobreza.
Lo sociopolítico: cuatro factores interrelacionados
El paulatino y costosísimo esfuerzo que venía avanzando desde hace tres décadas, especialmente en América Latina y el Caribe, para reducir la pobreza, ha dado un paso atrás: uno de cada tres habitantes se encuentra ahora en situación de pobreza. Alrededor de 10% de las familias de la región ha perdido sus ingresos y ha comenzado a depender de ayudas familiares o estatales. La séptima duda es doble: si la pobreza continuará su expansión en el 2021 y, de no ser así, cuánto tiempo tomará volver a los indicadores de 2015-2016 (mejores que los del 2019).
Octava interrogante: el cada vez más inquietante estatuto del mercado laboral para los jóvenes, que tiende a constituirse en una bomba de tiempo política y social, entre otras razones, porque continúan aumentando los casos de jóvenes altamente preparados, que no encuentran trabajo o que a duras penas acceden a precarios empleos en el ámbito de los servicios o de la distribución. El 2021 debería ser un año clave para que las realidades laborales y profesionales de los jóvenes comiencen a mejorar o empeoren hasta niveles de mayor riesgo.
Las interrogantes hasta aquí propuestas sugieren la posibilidad de que, a lo largo del próximo año, la incertidumbre, el malestar ciudadano, el crecimiento de la brecha entre ricos y pobres, y la conflictividad se propaguen, como ya ocurrió en algunos países de Europa y América Latina en el 2019. No es una pregunta retórica: los análisis de las condiciones de vida y de las expectativas en los meses y años próximos, son una legítima fuente de preocupación. La novena incógnita se expresa en la pregunta de si podría producirse en el 2021 un estallido de protesta y destrucción en el espacio público.
Luego de este apretado recorrido, llegamos a la décima y más estructural de las incógnitas aquí propuestas: si la pandemia se convertirá en una plataforma de ágiles ruedas, para que los enemigos de la estabilidad -populistas y neocomunistas- continúen su persistente tarea de demolición de las instituciones y los principios de la democracia, o si este duro tránsito por los avatares y sufrimientos causados por el covid-19 nos impulsará hacia formas de colaboración, solidaridad y consenso que apuntalen la convivencia.